jueves, 5 de mayo de 2011

DEVORADORES / A 180° de la creación

El apetito tienen que ver si, con esta cuestión del arte y su expresión. El concepto que quiero presentar aquí  –más que definirlo comienzo  a formularlo –  es el de Devoradores. Es sencillo en tanto el evento al que refiere, sin embargo todo lo que se encuentra por detrás es complejo y al momento sólo es posible escribir una  hipótesis sobre ello; espero a lo largo de la observación en los talleres, ir generando mayor conocimiento objetivo al respecto.

Devorar -  en esta instancia – es el no poder parar, tragar, hacer desaparecer y no convidar.


En el taller muchas  veces una pintura acabada termina por ser toda negra, o gris, en general un color oscuro, ya sea un color puro o la mayor de las veces un color dado por la mezcla de muchos colores que acaba por ser gris-amarronado. Se pueden notar algunos trazos o no, huellas, a veces hay definida una textura o varias. Pero es en definitiva un trabajo que  a simple vista se ve muy homogéneo.


Estas pinturas tienen un énfasis en el proceso especialmente, ya veremos. El martes pasado el grupo de la mañana y el grupo de la tarde en La Pedrera tuvieron su propio exponente, su propio Devorador. Glauco y Lucas, ambos casos en talleres  separados procesaron de igual modo: tomaron pincel y pintura y comenzaron. En mis rondas veo por donde empiezan, cómo siguen, me pierdo algún capítulo, vuelo, veo por dónde va la cosa; en un momento dado llegan a algo plásticamente valioso, muy bueno! …sigo las rondas, cuando vuelvo veo que siguen  trabajando sin parar, por lo cual el trabajo que había llegado a un punto maravilloso, bello, comienza a ser tapado, cada vez más hasta acabar en un espesa bruma que se ha tragado todo, es ahí cuando lo dan por terminado y hacen a un lado la hoja. Esto ocurre bastante a menudo y de exacta manera.


La pintura aquí opera entonces en forma de círculo. La trayectoria de 0 a 179 grados es creación; el grado 180 es el punto máximo de elaboración, es el último ladrillo; de ahí en más es la deconstrucción de todo lo hecho, el punto de cierre es el grado 360, que es alcanzado cuando consideran que no queda nada más por disolver, por tragar. Han engullido su propia obra.





La obra vale no por sus resultados sino por todo lo que se procesa durante su ejecución; en ella misma se sacrifican todos los logros formales a los que se llega en pos de saciar un impulso voraz por la expresión en sí misma.


Hoy en día está valorado el proceso que implica una obra, siempre. Sin embargo en este caso es el proceso por el proceso, no hay mediación, no hay detenimiento, no hay un qué mostrar. A partir de esto se puede reflexionar sobre el concepto de obra. Se  escucha a menudo que “una obra nunca está terminada”, quizás éstas si, quizás estás están acabadas… pero porque están agotadas. La obra en su concepción procesal, como en el círculo pasa por distintas etapas hasta terminarse. Es a mitad de camino en donde Glauco y Lucas habían llegado a realizar plásticamente cosas muy buenas  ¿y si ese fuese el punto de las obras que conocemos? ¿Si es que lo que conocemos usualmente de una obra es un punto congelado en una trayectoria, el grado 180? Quizá ¿podrán ser todas las obras, obras no acabadas porque la culminación de una obra implicaría su propia destrucción? Quizá.

Para acabar esta hipótesis a mantener abierta, podría pensarse también que la realización de una obra implica sellar un punto de realización personal e intenso en el individuo ¿y no imágenes en un papel? No sé, a seguir observando. 




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