miércoles, 24 de octubre de 2012

SENSIBILIZACIÓN CON EL MEDIO


La idea de crear personajes surge con la necesidad de comenzar finalmente a experimentar con barro.  Viendo que los niños en un porcentaje no menor comenzaban a fabricar cuencos y vasijas para regalar - así se lo proponían -  salí con la propuesta de crear personajes fantásticos de toda índole. Propuesta que les resulto atractiva lo suficiente como para abandonar el cuenco. Sin embargo antes de desplazar el cuenco, veamos su importancia.

Arminda Aberastury  en su libro El niño y sus juego 1, señala que desde muy temprano, en el segundo tramo del primer año de vida del niño, surge un interés por lo hueco, algo hueco que puede contener objetos, que puede ser penetrado.  Aberastury señala que dicho hallazgo “es el anuncio de la forma adulta de expresar amor: entrar en alguien, recibir a alguien dentro de sí, unirse y separarse”. La insistencia en el regalo enuncia también que el niño produce en función de una relación imaginaria con alguien, como nos refuerza Françoise Dolto 2 en sus Seminarios.

Por un lado las formas elegidas instintivamente, por otro lado y en realidad primero: la materia: el barro. El primer objeto de producción del individuo son las heces y orina que produce su cuerpo, que resultan en modelos fantaseados de lo que es la concepción 3, ya que entran alimentos por su boca que luego saldrán transformados; sólidos susceptibles de originar formas: símbolos de su capacidad creadora. Los sustitutos permitidos  en el juego son la tierra y el agua con los cuales podrá modelar objetos.  La fecundidad es un tema que se coloca en el centro, como señala Aberastury. La noción de la capacidad creadora propia como hallazgo, es el hecho que se sucede.

Ahora sumo dos cosas: lo poco que aún he trabajado con barro con los niños y mi memoria. En la frecuencia enorme en que el objeto creado es “para regalar a…” y en que recuerdo haberle regalado a mi papá una cabecita de diablo que le serviría como llavero para el auto. Si cruzo estas experiencias con lo iluminado por estas grande investigadoras, Aberastury  y Dolto. Queda claro como la creación está sujeta al amor: el dar y el recibir, imbricado en las relaciones vinculares que lo definen, sean reales o imaginarias.

El barro condensa muchos hitos de la evolución del niño hacia su vida adulta. Se vuelve una oportunidad de realización y afirmación de su potencial, de su profunda identidad humana. Crear personajes fantásticos es poner de manifiesto todo lo subliminal en una práctica sintética y plena.


Dinámica de doble Faz

Primero los niños fueron llamados a crear personajes a lápiz en una hoja para luego en segunda instancia pasar al barro. Esta primera parte como experiencia está absolutamente ligada a las consideraciones dadas por Aberastury, exceptuando la parte de dibujo claro está. El dibujo me interesaba, quizá,  como elaboración de discurso más sofisticada  –  que aún permanece a prueba su pertinencia o no –  en tanto la reflexividad que el trazo permite al niño, ya que este primer grupo pertenecía a 5º y 6º de escuela. Para luego pasar al barro y que el contraste de materiales suponga una fuerte práctica de reconversión de herramientas y estrategias – aunque, repito, habrá que ver el valor del dibujo aquí, en la medida que la Dinámica vaya depurándose en sucesivas implementaciones con otros grupos.

Segundo, una vez concebido el personaje y en sesión posterior salimos al medio. El taller es abandonado para ir al encuentro con el paisaje- naturaleza. En La Pedrera fueron las piedras de la playa, un día gris, siempre pronto para llover; piedras que mediaban en la orilla, entre la arena y el mar.  

La ubicación de los personajes en el paisaje abría a una experiencia completa en tanto atribución de pulso a los personajes y también de condensación de la experiencia sensible respecto al medio, que al ser habitado por estos personajes cobraba valor y un nuevo sentido para cada uno de los que estábamos presente.

Estar en la Naturaleza para Ser en ella

La posibilidad de crear, de dotar de vida a la materia es la realización de Geppetto  compartida. Al tiempo que se inicia al niño en una práctica de apropiación sensible del medio y de su resignificación a partir del propio trabajo, a partir de una elaboración singular intransferible aunque sí compartida. Esta apropiación singular es lograda de forma pacífica y respetuosa de la naturaleza la cual es puesta en valor, en la medida en que el niño se reincorpora en ella a través de su personaje y en donde se propone su contemplación - auto contemplación. 

Rosina Sapriza
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     1 y 3.   “El niño y sus juegos” de Arminda Aberastury - Paidós Educador.
     2.      “Seminario de psicoanálisis de niños 1” de Françoise Dolto - Siglo Veintiuno Editores.
    
 









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