Trabajamos sobre la idea de composición. De que siempre que tomo elementos y los ordeno en el espacio estoy componiendo y trabajamos también sobre muchas de las preguntas que se plantean a partir de ello en una práctica lúdica, divertida, inevitable.
La primera noción fue la del espacio del que se dispone. Esta vez no fue una hoja, sino una alfombra sobre la que se elaboro de manera individual y grupal. Por lo tanto los elementos de composición no fueron gráficos sino objetos volumétricos diversos: cajas, cuerdas, granos, pelotitas, papeles y crayolas resignificadas en su uso.

El acervo de la experiencia devino en el manejo de muchas muchas consideraciones: Texturas, colores, líneas curvas y rectas, forma, medidas, posiciones y direcciones; la gravedad como fenómeno, funciones y quizás significados, contrastes y ritmos; sentido del elemento unitario y sentido del conjunto, geometría y simetría, campo visual y armonía.

Estas consideraciones que se dan cuando el individuo confronta la naturaleza bajo la premisa de componer algo, aunque no sepa qué, devienen en herramientas constructivas, aunque muchas inconscientes, con la cuales genera sentido. Es la práctica misma de ello. El niño entabla una relación consigo mismo como hacedor de una matriz que debe orquestar y dirige bajo la prerrogativa de poner en funcionamiento todo su capital humano y sensible con el que entra en diálogo y al que muchas veces desafía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
deja tu mensaje